Existe una Alcarria todavía bastante desconocida para el viajero, un territorio casi virgen para el turismo cuyos pueblos no llegó a inmortalizar el nobel de literatura Camilo José Cela en su famoso libro de viajes. Es la Alcarria aún por descubrir: la conquense.
Hoy, hemos querido colaborar con la publicación La Alcarria es Más, con la ayuda de Mónica Raspal, periodista y enamorada de la zona, que nos ayuda a descubrirte esta zona y que ha preparado el post de hoy con todos los detalles de la zona.
¿Te animas a hacerlo?
Naturaleza y multiaventura
No son pocos los encantos que sorprenderán al visitante que se anime a explorar esta comarca situada al noroeste de la provincia de Cuenca y a poco más de una hora de distancia por carretera desde Madrid. Sus áridos paisajes esconden ríos, arroyos y elevaciones con profundos valles fértiles en los que abundan el romero, el tomillo, el espliego y la lavanda, hierbas aromáticas que hacen posible la apicultura y la producción de esa miel con denominación de origen que no es exclusiva de la vecina Guadalajara.
Este territorio diverso y único, cuenta con espacios naturales protegidos por albergar hábitats naturales y de especies como las estepas yesosas (suelos calizos) o la Sierra de Altomira. En las faldas de la última encontramos pueblos como Buendía, lugar ideal para comenzar el recorrido por la comarca. Junto al pantano, con zonas de acampada y para el estacionamiento de autocaravanas —además de varios alojamientos rurales—, este municipio cuenta con una Oficina de Turismo en la que adquirir toda la información necesaria para conocer la Alcarria conquense. Además, se puede hacer una visita guiada por una localidad con cierto aire medieval que conserva restos de su muralla del siglo XV, sus antiguas cuevas-bodegas, dos originales museos (del Carro y la Botica) y una sorprendente Ruta de las Caras, un recorrido de imágenes esculpidas en rocas de piedra arenisca a solo tres kilómetros del casco urbano.
Los amantes del deporte cuentan con actividades en Buendía, como la vía ferrata de Priego, pueblo limítrofe con la Serranía que también merece una visita dentro de lo que se conoce como la ‘Ruta del Mimbre’, por los campos rojizos en los que se cultiva este arbusto. En este municipio situado entre los ríos Escabas, Trabaque y Guadiela se pueden ver monumentales edificios como el Palacio de los Condes de Priego, el Torreón de Despeñaperros, la iglesia San Nicolás de Bari, el Convento de San Miguel de la Victoria y los espectaculares restos del Convento de Nuestra Señora del Rosal. Como cuna de la artesanía, cuenta con tres alfarerías y, en una de ellas, Jesús Parra hace las veces de guía turístico, a falta de oficina de información.
Entre olivos centenarios y como representante principal en Cuenca del aceite con denominación de origen Alcarria, encontramos Valdeolivas, que destaca por albergar la pintura románica de un Pantocrátor en el ábside de su iglesia, mientras que Villaconejos de Trabaque lo hace por su artesanía del mimbre, en especial el taller de José Luis Encijo. Estas localidades forman parte de una de las múltiples rutas señalizadas para hacer senderismo y conocer a su paso el gran patrimonio que esconden otros tantos pequeños pueblos como Vindel o Alcantud.
Patrimonio arqueológico y monumental
Otra de las más importantes es la llamada ‘Ruta del Cristal de Hispania’, que sigue las huellas de la calzada romana por la que se transportaba el lapis specularis o “cristal” del Imperio Romano que extraían de los múltiples minados de la zona y transportaban hasta los puertos del Mediterráneo. Este recorrido comienza en el yacimiento arqueológico de Ercávica, en Cañaveruelas, imprescindible vestigio de la ciudad celtibérica, romana y visigoda, que puede ser visitado. También dos de las minas habilitadas en esta comarca para que el turista pueda conocer el material que enriqueció la provincia en época romana: el yeso especular o espejuelo que utilizaron para las construcciones antes del vidrio. Estas se sitúan en los municipios de Torrejoncillo del Rey y Saceda del Río. Para descubrir esta última hay que acercarse a la Oficina de Turismo de Huete, una ciudad monumental con un rico patrimonio de conventos, iglesias, palacios y ermitas y cinco museos de temática variada (fotografía, arte contemporáneo, etnográfico, arte sacro y de la fragua).
La denominada “capital de la Alcarria conquense” por su mayor población y oferta de servicios aúna también lo mejor de su gastronomía. Allí el viajero puede probar la miel, el aceite, el queso, el vino y los dulces artesanales típicos de la comarca, además del primer licor de lavanda elaborado y comercializado en España. Tan variada es la oferta que sus productores han creado la Asociación Gastronómica Gourmet Tierra de Huete.
Otros vestigios arqueológicos de enorme importancia que ya se están preparando para recibir visitantes son el yacimiento multifásico con origen en la Edad del Bronce de La Cava, en el pueblo de Garcinarro; el yacimiento de la villa romana de Noheda, en la pedanía de Villar de Domingo García, que alberga el segundo mosaico figurativo más grande del Imperio Romano Occidental; y el mausoleo tardorromano de Llanes, en la localidad de Albendea.
Pequeños tesoros
Pero también existe otro patrimonio relacionado con la tradición que enganchará al visitante por su componente emocional, el de las romerías y fiestas que conservan rituales como el de las botargas de Carnaval en Castejón, las danzas y paloteos en Moncalvillo de Huete, Castillejo del Romeral o Villalba del Rey o la representación de Moros y Cristianos en Tinajas. No hay que perderse tampoco las innumerables cuevas de elaboración de vino artesanal excavadas en las laderas de pueblos como Mazarulleque, Torralba o Albalate de las Nogueras o las antiguas viviendas casas-cueva rehabilitadas como museo en Gascueña, un pueblo de origen francés que cada año resucita por un día el intercambio de productos en su ‘Muestra del Trueque’.
Y en su lucha por evitar su desaparición, municipios muy afectados por la pérdida de habitantes tiran de ingenio con llamativas iniciativas que les han sacado del anonimato. Destaca entre ellos Olmeda de la Cuesta, que no deja de recibir visitantes atraídos por su paseo escultórico y etnobotánico. El pueblo se ha llenado de color, figuras “dalinianas” y de árboles de todas las comunidades autónomas como el simbólico retoño del árbol de Guernica y hasta un olivo del monte Getsemaní de Jerusalén. Otros como Portalrubio de Guadamejud han decorado la fachada del Ayuntamiento con un grafiti contra la despoblación y Castejón pronto inaugurará el ‘Museo de las Brujas de la Alcarria’, que recoge los casos de quienes fueron acusadas de brujería en los siglos XVI y XVII conjugando esa documentación histórica con las nuevas tecnologías gracias a simuladores virtuales de vuelo en escoba, escarnio público en el cepo o quema en la hoguera.
Pero la Alcarria conquense cuenta además con un tesoro prácticamente impoluto, el de un cielo libre de contaminación lumínica que está impulsando un creciente Astroturismo. Para los aficionados o interesados en disfrutar del universo oscuro existen dos observatorios astronómicos, uno en la localidad de Bonilla, donde cada verano se celebra la ‘Fiesta de las Estrellas’ para acercar esta disciplina científica al gran público, y otro en el pueblo de Valdecañas, donde además de alojamiento y restaurante se ofertan otras actividades en sus pistas para coches radiocontrol y vuelo de drones.