Viajamos hasta una de las arquitecturas renacentistas más espectaculares de nuestro país para desvelaros los misterios que en ella se esconden: el Monasterio de El Escorial, situado a unos 50 kilómetros de la capital de Madrid.
Está claro que sus más de 400 años de antigüedad dan para especular… ¡y mucho! Y es que, el monasterio acoge entre sus paredes un buen número de leyendas: apariciones de la Virgen, curaciones milagrosas, tesoros escondidos, fantasmas deambulando entre sus estancias…pero hoy vamos a centrarnos en una en particular: el misterio de la silla de Felipe II.
Tal es la fama de esta silla, que el enclave, retratado en uno de los cuadros de Luis Álvarez Catalá, llegó a ocupar el reverso de los billetes de 100 pesetas durante varios años.
Un poco de historia…
Corría el año 1563 cuando el rey Felipe II mandó levantar el Monasterio, una ambiciosa construcción cuya laboriosidad hizo que las obras se prolongaran hasta 1584. Si si, has leído bien, ¡nada más y nada menos que 21 años de obras!
Felipe II, apodado como “el Prudente”, en su afán por controlar que todo saliera a su gusto, habría mandado construir una plataforma escalonada, la conocida silla, para dirigir las obras desde las alturas.
La silla en cuestión, la forman varios asientos esculpidos en un canchal de granito, lo que se conoce como Canto Gordo, separados entre medias por reposabrazos, para garantizar la comodidad del rey y sus acompañantes.
Pues bien, esta es la “leyenda oficial”, pero en las últimas décadas han surgido otras teorías que poco o nada tienen que ver con el afán controlador de Felipe II.
¿Listo para conocerlas?
Es una réplica de la original
Según Jesús Jiménez Guijarro, la silla de El Escorial es una imitación de la original, que se encontraría situada en una sacra vetona, en las dehesas de Campillo y Monesterio.
Este arqueólogo basa su teoría en que en la cima de las dehesas hay una roca con unas inscripciones que demostrarían que Felipe II estuvo allí en los años en los que se construía el Monasterio.
La “auténtica silla” además, está orientada hacia el Monasterio, lo que también le habría permitido controlar las obras desde ahí. La de Canto Gordo, vendría a ser una simple réplica construida siglos después.
Se trata de un altar preromano
La teoría desarrollada por una profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que la silla no solo no fue construida durante el mandato de Felipe II, sino que tampoco sirvió para controlar las obras.
Y es que, buscando lógica al asunto, cabe señalar que la silla está situada a 2,5 kilómetros del Monasterio (si trazamos una línea recta entre ambos), por lo que el rey tenía que tener una vista de águila para vigilar las obras desde ahí.
Según la hipótesis de Alicia M. Cantó, la silla podría tratarse de un altar vetón construido en honor al Marte indígena, donde se realizaban rituales en los que se sacrificaban a animales. ¡Espeluznante!
Cierra una puerta al infierno
Para contaros la última de las teorías tenemos que remontarnos a una antigua leyenda medieval que cuenta que Lucifer habitó en la Sierra de Guadarrama en los días previos a su expulsión al infierno.
Antes de ser desterrado, habría construido 7 puertas para acceder al averno, una de las cuales estaría en la actual ubicación de San Lorenzo de El Escorial.
Al parecer, Felipe II, conocedor de esta leyenda, habría decidido construir ahí el Monasterio para sellar la puerta del infierno y garantizar que Satán no regresara das las tinieblas.
No sabemos cuál de estas teorías será la real, y tal vez nunca lleguemos a saberlo a ciencia cierta, pero la verdad es que los misterios que encierra la silla hacen que sea aún más interesante acudir a visitarla, ¿no crees?