El turismo rural siempre va ligado a la buena gastronomía, y dentro de este campo, el turismo enológico lleva años siendo uno de los principales reclamos para los turistas. Hacer un viaje y disfrutar de una experiencia en alguna bodega que nos permita hacer una cata de vinos es una muy buena idea. Y, si quieres conocer una buena bodega, ¿dónde mejor que en La Rioja?
Si estás pensando organizar una escapada para conocer una bodega riojana y quieres disfrutar también de los pueblos, nada como reservar en un alojamiento cercano y…¡comenzar a disfrutar del turismo en mayúsculas!
Aunque no tengas ninguna noción sobre el vino, e incluso aunque no te guste su sabor, el enoturismo se ha convertido en un tipo de actividad donde el que prueba, repite.
Experimentar la tradicional pisada de uvas, conocer de primera mano cómo se hacen los trabajos en la viña, o incluso hacerlos nosotros mismos, son sólo algunas de las actividades que tenemos a nuestro alcance. Y es que, las visitas vinícolas hace tiempo que dejaron de ser sólo una breve charla y una cata donde apenas se mojaban los labios, para convertirse en una cultura con nombre propio.
Hablar de vino es, inevitablemente, hablar de La Rioja, la región donde nace la Denominación de Origen más antigua de nuestro país. Bodegas innovadoras se han unido con las más emblemáticas y tradicionales, ofreciendo un extenso abanico de posibilidades para el visitante.
Para que sepáis por dónde empezar, hoy os traemos una selección de las mejores bodegas de la campiña riojana. ¿Comenzamos?
López de Heredia (Haro)
Efectuamos nuestra primera parada en Haro, el pueblo riojano donde se concentra el mayor número de bodegas de la región. Fundada en 1877, la bodega López de Heredia es la más longeva del municipio, y se encuentra en el top three de las más antiguas de La Rioja.
Su viñedo más emblemático es la Viña Tondonia, un campo de más de 100 hectáreas situado junto al Ebro. Ante semejante paisaje, no es de extrañar que sus brebajes sean de los más codiciados de la zona.
Muga (Haro)
Continuamos en Haro para dirigirnos esta vez al corazón de su barrio histórico, donde se levanta un edificio bicentenario que acoge la bodega Muga desde 1932.
Fiel a los métodos tradicionales, es la única bodega en todo el país en contar con un maestro cubero, el que hace las barricas donde se almacena el vino.
La Rioja Alta (Haro)
Localizada en el barrio de la estación de Haro, los vinos de La Rioja Alta se sitúan entre los más solicitados a nivel mundial.
En su técnica, une secretos centenarios con las más modernas y vanguardistas técnicas para dar lugar a vinos se excepcional textura y sabor.
Dinastía Vivanco (Briones)
Ubicada en Briones, las bodegas de la Dinastía Vivanco gozan de una larga tradición en la que han trabajado ya 4 generaciones.
Tal es su devoción por la cultural del vino, que disponen de un museo de 4.000 m2 donde podréis conocer la relación entre el vino y el hombre a lo largo de más de 8 milenios de historia. ¡Impresionante!
Bodegas Franco-Españolas (Logroño)
Ubicadas a solo 5 minutos del centro de Logroño y con más de 127 años a sus espaldas, las bodegas Franco-Españolas se han merecido un hueco en nuestra lista.
Además de las tradicionales visitas guiadas, ofrecen enoexperiencias con las que disfrutar del vino desde diferentes perspectivas: rutas gastronómicas, cine de verano, teatro…la oferta varía dependiendo de la época año.
Ysios (Álava)
Nos desplazamos hacia la Rioja Alavesa para visitar la bodega Ysios. Una bodega que sorprende nada más verla, pues es la única en el mundo diseñada por el aclamado arquitecto Santiago Calatrava.
Situadas en la ladera de la Sierra de Cantabria, sorprende a sus visitantes no solo por su exterior, sino por sus fascinantes instalaciones interiores. Ver para creer.
Marqués de Riscal (Álava)
Como ya sabéis, nos gusta dejar para el final lo mejor. Y el broche de oro a nuestra ruta vinícola no podía ser otro que las bodegas de Marqués de Riscal, probablemente una de las más conocidas y visitadas.
Y es que, su Ciudad del Vino, ubicada en Álava, es una experiencia vinícola que se disfruta con todos los sentidos. ¿Qué no te gusta su sabor? No necesitarás ni probarlo, porque hasta puedes disfrutar de tratamientos corporales que aprovechan las propiedades de la uva.
Historia, elegancia, solemnidad…el enoturismo nos transporta a un mundo de sensaciones donde toda actividad se nos queda corta y cada experiencia resulta inolvidable. ¿Te lo vas a perder?