Vienen las vacaciones de Navidad. Este mes es el no parar de los festivos, oportunidad única para viajar y conocer. Y una servidora, incentivada por las fechas que ya asoman, esas que vienen envueltas en papel de regalo, quiere daros una sorpresa, o mejor dicho, varias. Sorpresas en forma de pueblos sorprendentes, diferentes y que se salen de lo común, como la magia que adorna estos días.
Atreveros a vivir bajo una roca, o sobre ella, a vivir entre castillos de película o en un pueblo donde las casas son tan coloridas que brillan por si solas. Pueblos que quizás antes no conocías y que a partir de estas líneas no solo no vas a olvidar, si no que vas a querer visitar.
Setenil de las Bodegas (Cádiz)
Puede angustiar, hay que reconocerlo. Pero en primer grado te va a fascinar. Parece que todas las casas de Setenil de las Bodegas van a ser aplastadas por una gran roca. Y es que este municipio andaluz nace bajo rocas, al abrigo de estas, pero también, con la imponente presencia de las mismas en sus cielos.
El río Guadalporcún es el culpable de esta formación, por la presencia de su tajo sobre este municipio, que por cierto, forma parte de la llamada ruta de los pueblos blancos, al encontrarse todas sus casas en el citado color.
La roca está además integrada en cada rincón, dejando rincones peculiares de los que disfrutar, o que fotografiar.
Olite (Navarra)
¿Quién quiere ir a Disneyland teniendo Olite en nuestro propio país? Queridos lectores, bienvenidos al pueblo donde mandan los castillos de cuentos. Aquí, ellos son príncipes y ellas, princesas. Destacamos el Palacio Real de Olite, una construcción de estilo gótico que lejos de atender en su arquitectura a las necesidades defensivas de entonces, se centró en ser estéticamente una joya. Y lo consiguió, vaya si lo consiguió. Sin duda uno de los más bellos de Europa.
Para pasear por rincones propios de la Edad Media, y pelear contra el dragón de las grandes ciudades, Olite ofrece un castillo para cada turista que quiera viajar en el tiempo.
Ronda (Málaga)
El abismo. Si en Setenil de las Bodegas mirábamos para arriba, aquí conviene no perder de vista por donde pisamos. En la serranía de Ronda, encontramos este municipio cuyo casco histórico vive sobre el filo de la navaja, sostenido en las alturas de las rocas por culpa de la erosión del Guadalevín.
Ronda se podría definir por las panorámicas que regala, vistas de postal sobreelevadas, donde mirar hacia el infinito y ver como el todo y la nada, queda bajo tus pies.
Para conocer más de cerca Ronda, nada como pasar unos días asomado a su tajo.
Castellfollit de la Roca (Girona)
Muy acertado el apellido, pues es una gran roca, la de basalto, la que pone a este municipio al borde de un precipicio. Literal. Las viviendas de este pueblo no pueden ir un centímetro más allá. Ahora bien, mirar por sus ventanas es sentir que estás volando.
Por si nadie te lo había dicho aún, querido Castellfollit, es usted muy pero que muy fotogénico. Y para hacernos un selfie con él, os proponemos el mejor escenario.
Cudillero (Asturias)
En forma de anfiteatro. Arriba un bosque. En la pista, el mar y mediando Cudillero. Cudillero, que se expresa como casas salpicadas sobre la vertiente. Pero, ¿y dónde está lo peculiar? En el color.
Porque cada vivienda está pintada en un color, alternando la tonalidad de la playa hacia la que miran. Se respira salitre, se vive en absoluta tranquilidad, con un estilo de vida alegre, contrario a la climatología que se dice predomina en el lugar. Cudillero es, en definitiva, un arco iris permanente cuando todo está oscuro.
Nada como pasear por sus calles y descubrir rincones con encanto si quieres colorear tus días.
Y ahora, abiertas todas las sorpresas: ¿con cuál te quedas?