Hablar del Monasterio de Piedra es hacerlo sobre cascadas, saltos de agua y naturaleza que abruma. Y todo ello enclavado dentro del Parque Natural que le da su nombre. Concretamente se encuentra en Nuévalos.
Nos llama la atención por su naturaleza salvaje, con su escarpado paisaje, sus numerosas cuevas que, muchas veces están resguardadas tras enormes saltos de agua.
¡Cómo en un espacio tan pequeño puede guardar tanta belleza! Belleza e innumerables especies de plantas y animales. Uno de los motivos por los que este parque natural cuenta con estos exhuberantes verdes, son las aguas del Río Piedra. El cauce de sus aguas trascurren como un murmullo y que, junto con algún pajarillo, son los únicos ruidos que oímos durante nuestro camino.
La joya de la corona es el Monasterio de Piedra que da nombre al Parque Natural y al río que lo atraviesa, ¿o es al revés? La verdad es que cuando lo visitéis, eso ya nada importa. Fue construido sobre las ruinas de un castillo regalo de Alfonso II de Aragón y Sancha de Castilla a unos monjes cistercienses que mandaron construirlo. A día de hoy, es cobijo para cientos de visitantes que buscan un turismo tranquilo y rural. Como curiosidad, es una obra arquitectónica que aúna estilos románico y gótico, al encontrarse a caballo de las dos épocas. A pesar de ser una construcción sobria y austera se ha primado la luminosidad.
Qué ver
Por un lado, obviamente, el Monasterio de Piedra es una de nuestras visitas, con casi ocho siglos de historia. No sólo te quedes a dormir por la zona como escapadita romántica, ¡disfruta de la arquitectura que te rodea! Párate a pensar cómo sólo con las manos y con pocas herramientas, los seres humanos eran capaces de crear tales edificios. Parece un razonamiento de un niño pequeño pero, seguro que si estás leyendo esta entrada porque ya lo has visitado y quieres recordar, se te ha pasado por la cabeza, ¿a que sí?
Segundo: El parque que te rodea. Llena tus pulmones de aire de verdad, aire fresco creado por los chopos, olmos o fresnos que te rodean. Escucha, ¿lo oyes? Es vida a tu alrededor. Vida del río, de los pájaros y pequeños mamíferos que contribuyen a que todo luzca así: Bello. Por favor, déjate el móvil en la habitación y conecta con la naturaleza.
Qué hacer
Senderismo o pasear por tus alrededores. Si te gusta esto de la naturaleza, de lo rural, o de perderte, tienes que hacer esta ruta. Es sencilla y rápida, unas dos horas y media en la que no es necesario ni pensar, ya que camino de ida y camino de vuelta están perfectamente señalizados.
Durante tu camino, comenzarás con un plato fuerte, el Mirador de la Cola de Caballo. Allí también te esperan la Gruta Iris y la Cola de Caballo con un salto de agua de unos 90 metros, escondidita detrás, aguarda la gruta Iris. Nuestro camino sigue por la Peña de Diablo y el Lago Espejo. Toca subir un poquito siguiendo los escalones de piedra rumbo al Parque de Pradilla, La Caprichosa y la Cascada de los Fresnos, donde nos espera la Cascada Iris.
Hípica. Desde doma, pupilaje o un paseo a lomos de este noble animal por este entorno natural.
Además, la enología está a la orden del día, por eso te animamos a que visites el Museo del Vino, D. O. Calatayud o te dejes caer por la exposición sobre la historia del chocolate.
Exhibición de cetrería. El parque organiza vuelos de distintas aves rapaces como búhos, águilas o buitres para enseñar a sus visitantes la variedad de especies que viven en este pequeño ecosistema.
Qué comer
No tienes nada porqué preocuparte porque puedes disfrutar desde gastronomía más tradicional aragonesa a platos modernos y adaptados para cualquier tipo de intolerancia o necesidad especial como son los restaurantes Reyes de Aragón o El Granero.
Dónde dormir
Si no te quieres ir muy lejos, puedes quedarte a dormir en el mismo monasterio. Allí podrás descansar tan en paz como lo hicieron los monjes de la Orden Cisterciense, eso sí, tranquilos, que no os va a faltar ninguna de las comodidades.
Si preferís optar por algo un poco menos gótico o renancentista, os dejamos una selección de las casas más próximas a esta belleza arquitectónica.