Hace más de cuatro siglos que Miguel de Cervantes nos deleitaba con una de las obras estrella de la literatura española. Don Quijote de La Mancha, esa historia en la que el hidalgo más famoso del mundo, comenzaba su andadura entre diferentes paisajes.
En algunos de los paisajes más reconocidos, nos encontramos con elementos clave como son los molinos, que en el libro se convierten en peligrosos gigantes.
En nuestro país siguen vivos estos elementos, y no son pocos los pueblos que nos transportan a la historia de Cervantes. Hoy queremos hacerte sentir como Don Quijote y pasear por los pueblos donde los molinos son sin duda, un reclamo turístico.
¿Te apuntas a conocerlos con nosotros?
Campo de Criptana (Ciudad Real)
Emblema de Castilla-La Mancha, los molinos de Campo de Criptana sirvieron de inspiración a Miguel de Cervantes para describir la batalla que Don Quijote libró contra los “gigantes”. Pese a que la novela indica que “descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo”, en clara referencia a este municipio ciudadrealeño, en la actualidad quedan en pie apenas 10. Solo los molinos ‘Sardinero’, ‘Burleta’ e ‘Infanto’ conservan su estructura original del siglo XVI. Es más, 500 años después, aún pueden mover sus aspas y maravillar a quien tiene la oportunidad de contemplarlos.
Mota del Cuervo (Cuenca)
La localidad conquense de Mota del Cuervo es considerada el “Balcón de la Mancha”, por el espectacular horizonte que se divisa desde la sierra en la que habitan los molinos de viento. En total pueden contarse siete, todos de forma cilíndrica y dotados con enormes aspas. Exceptuando el molino ‘El Zurdo’, más antiguo y llamado así porque sus aspas giraban hacia la izquierda, fueron construidos en la década de los sesenta y setenta. Hoy en día pueden visitarse tres, y cada sábado el molino ‘El Gigante’ realiza una molienda de trigo tradicional, que permite disfrutar de ese olor y sonido característico.
Parque eólico de Los Almeriques (Cádiz)
El Quijote de nuestros tiempos no habría dado abasto con el ejército de colosos que domina el Parque Eólico de los Almeriques, situado en el término municipal de Medina Sidonia. En esta zona se erige más de medio centenar de aerogeneradores que conforman un paisaje de verdaderos gigantes de “brazos largos”, como se refería el caballero manchego a los molinos.
Madridejos (Toledo)
Pese a que solo alberga un molino de viento, Madridejos también contiene las huellas de Don Quijote. Sin embargo, no es cualquier molino, pues Tío Genaro es uno de los más antiguos de los que se conservan en La Mancha. Su origen se remonta a cuatrocientos años atrás y su maquinaria permanece intacta. Declarado Bien de Interés Cultural, Tío Genaro sí que es un verdadero gigante que ha sabido luchar contra el tiempo.
Tembleque (Toledo)
Tembleque es otro de los pueblos con molinos que confundieron a Don Quijote. De hecho, este municipio toledano se nombra en uno de los pasajes de la inmortal obra. Además de escenario novelesco, Tembleque no puede negar su carácter manchego y exhibe dos molinos de viento a la entrada. No hay mejor bienvenida posible.
Consuegra (Toledo)
En lo alto del Cerro Calderico de Consuegra se alzan 12 molinos de viento tradicionales, cuyos nombres están extraídos de la célebre obra cervantina. Se construyeron entre los siglos XVI y XIX, y cinco de ellos todavía mantienen la maquinaria en buen estado. Blancos y vigilantes, los molinos comparten protagonismo en el cerro con el Castillo de la Muela, de origen musulmán. Destacan el molino ‘Bolero’, que acoge la Oficina de Turismo, y ‘Sancho’, donde se celebra la popular Fiesta del Azafrán de Consuegra.
Getxo (Vizcaya)
Si Don Quijote hubiera cabalgado hasta Punta Galea, en Vizcaya, habría tenido que enfrentarse a otro imponente adversario. El molino de Aixerrota es único en la zona y muy probablemente el único molino de viento que hay en la provincia vizcaína. Su ubicación, en lo alto de un acantilado, habría dado para muchas andanzas quijotescas.
Alcázar de San Juan (Ciudad Real)
En Alcázar de San Juan nos toparemos con otro mirador envidiable. El “Mirador de la Mancha” es el cerro donde se asientan los cuatro molinos de viento que conserva esta población y que constituyen una magnífica muestra de la importancia que tuvo el oficio del molinero en las tierras manchegas. No en vano, el municipio llegó a tener 19 molinos de viento y 8 de agua. Hoy en día ‘Fierabrás’, ‘Rocinante’, ‘Barcelona’ y ‘Barataria’ son visita imprescindible en la ruta de los pueblos con molinos.
Miguel Estéban (Toledo)
En La Mancha hay que estar pendiente, ya que, cuando menos te lo esperes, te toparás con un molino. Los tres molinos existentes en el municipio de Miguel Esteban vuelven a dar fe de que, efectivamente, nos encontramos en esta comarca tan ligada al ingenioso hidalgo. Los lazos con Don Quijote son aún más estrechos en esta localidad, que se enorgullece de ser la cuna del famoso caballero, ya que, según los expertos, fue en un hidalgo de Miguel Esteban en quien se inspiró Cervantes para escribir esta joya literaria.
Lanzarote (Islas Canarias)
La ruta quijotesca no se olvida de las privilegiadas Islas Canarias. Quien pensaba que los molinos de viento eran exclusivos de las llanuras manchegas por las que deambulaba Don Quijote acompañado de su fiel amigo Sancho Panza, estaba muy equivocado. La importancia de estas construcciones en Lanzarote está ligada a la producción del gofio, esencial en la gastronomía canaria. El único molino tradicional que se conserva en la isla se ubica en el Jardín de Cactus.