España es conocida por tradiciones como el flamenco, la tauromaquia, nuestra deliciosa gastronomía… Lo que muchos no saben, es que este país es también tierra de brujas.
Todos las hemos conocido de muchas maneras diferentes: las del gato negro y la escoba que vuela, los que van al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, o la que castiga a tres mellizas metiéndolas en un cuento.
Y aquí hemos tenido algunas, aunque puede que ligeramente más terroríficas. De hecho, hay algún que otro elemento español en el folclore clásico referente a estas figuras mágicas. Por ejemplo, ¿sabías que la palabra ‘aquelarre’ proviene del euskera? Se refiere a una reunión de hechiceras en las que solían realizarse rituales adorando deidades paganas.
Estas criaturas misteriosas, habitualmente mujeres con poderes oscuros e inexplicables, estuvieron en España siglos atrás y… ¿Quién sabe? Quizá hayan dejado algo de magia impregnada en algún que otro lugar.
Si te interesan el ocultismo y lo macabro, y te gusta lo relacionado con la brujería, te invitamos a visitar algunos de estos embrujados pueblos repartidos por todo el país.
Cangas de Morrazo (Galicia)
Sería un despropósito no empezar por Galicia, conocida Terra de Meigas como se dice en gallego Tierra de Brujas. Toda la comunidad tiene numerosas historias en torno a estos poderosos seres, pero nos vamos a centrar en el pueblo de Cangas, en la península del Morrazo (Pontevedra).
Este pueblo ha sido llamado a menudo ‘el Salem español’ debido a los juicios por brujería que se celebraron en el siglo XVII. Cuenta la leyenda que antes de los juicios en la iglesia de San Salvador de Coiro tañían las campanas sin que nadie las tocase, y grupos de mujeres se reunían junto a la playa, mirando hacia el mar…
La figura más relevante en esta historia es la de María Soliña, que en realidad no fue más que una víctima de la avaricia de la clase alta de aquel entonces. Tras haber perdido a su familia en el mar, heredó algunos bienes que codiciaban los nobles, así que fue acusada de brujería. En esa época, no es difícil imaginar cómo terminó todo.
Aunque eso no significa que no hubiera meigas reales en Galicia. Si vas allí, no te descuides y participa en una noche de queimada. Espera a que se lea el conjuro y solo entonces estarás seguro de todo mal de ojo…
Amboto (País Vasco)
El monte de Amboto se considera una montaña mágica de Vizcaya. ¿Por qué? Se dice que en una de sus laderas vive la diosa Mari, una deidad pagana considerada como la diosa de diosas, capaz de embrujar y hechizar a los mortales.
Los ciudadanos de los pueblos del pie de la montaña tienen el dicho de que cuando las nubes se arremolinan en torno a la cima, es la diosa Mari, que está cocinando algo en su caldero.
Actualmente se puede entrar en la cueva en la que supuestamente habitaba, la Mariurrika Kobea, a 1.200 metros de altitud. Aunque ten cuidado, porque si te la encuentras y quieres volver a salir al exterior, debes cumplir con tres requisitos:
- Hay que tutearla.
- Debes salir de la cueva del mismo modo como el que entraste.
- Jamás te sientes, incluso si ella te invita a hacerlo mientras conversáis.
Si eres lo suficientemente valiente para ir, mucha suerte, y recuerda: no te sientes.
Zugarramurdi (Navarra)
Continuamos por el norte de la Península, moviéndonos hacia Pamplona. Seguro que este lugar te sonará, aunque sea por la película de 2013: Las Brujas de Zugarramurdi. No nos vamos a engañar, la película era extraña (lo siento, Alex de la Iglesia), pero sin duda logró que a todos nos picase la curiosidad.
Efectivamente, vamos a adentrarnos en el valle del Baztán, a la galería de cuevas donde se hacían los famosos aquelarres. En el siglo XVII, hasta once de ellas perecieron bajo el fuego de la hoguera por orden de la Inquisición.
A día de hoy, la cueva de las Brujas se puede visitar, paseando por sus túneles de estalagmitas y estalactitas. En este espacio también se puede pasar al prado de las Brujas, y una vez se vuelve al pueblo, entre los edificios está el Museo de las Brujas, que recrea algunos de los objetos usados por las mismas como los famosos calderos de peltre o sus escobas.
Trasmoz (Aragón)
En este pueblo de Zaragoza, los habitantes están acostumbrados a vivir el día a día con sus brujas. Es raro de imaginar, pero aquí no son seres precisamente odiados. Al contrario, cada año durante la primera semana de julio se elige a la “Bruja del Año” en la Feria de la Brujería, Magia y Plantas medicinales del Moncayo.
Aunque este lugar tiene apenas 76 habitantes, la fiesta atrae a numerosos visitantes deseosos de aprender sobre su historia y leyendas. La más relevante, probablemente, sea la de la Tía Gasca, que fue despeñada desde el castillo por envenenar las aguas del pueblo.
Tal vez hubiera sido más ‘poético’ hacerlo desde la iglesia, pero de poco sirve el edificio cuando el pueblo lleva excomulgado desde 1511 por todos los indicios de brujería que se veían venir del lugar. Que tiemblen las brujas de Hocus Pocus, porque en este pueblo fue donde se lio el verdadero guateque mágico.
Cuenca (Castilla-La Mancha)
Nos trasladamos hacia el sur para que nos dé algo más el calor, parando en el centro de la península. ¿Quién iba a decir que en La Mancha nos íbamos a encontrar también con estas señoras de sombrero puntiagudo?
Los sucesos más conocidos relacionados con brujas en esta ciudad son los que tuvieron lugar en 1615 en la torre de Mangana, solo 5 años después de los sucesos de Zugarramurdi. Los vecinos empezaron a denunciar que durante la noche se escuchaban gritos desgarradores y se veían mujeres danzando de manera macabra para atraer al Diablo.
Esto terminó en la condena de tres mujeres. Aunque también hay más vestigios de la presencia de brujas en la comunidad, como la Alcarria, Buendía y Tinajas. Hubo otros casos en los que se acusó también a las alcahuetas, que, hablando campechanamente, eran el Tinder de entonces.
Tal vez por eso nos parecen tan curiosas las Casas Colgantes de Cuenca, porque son… cosa de brujas.
Antequera (Andalucía)
Las historias cuentan que el pueblo de Antequera, en Málaga, se la tenía jurada a las brujas que vivían en los dólmenes de Menga y Viera. Las hechiceras se refugiaban entre las paredes de piedra de estos monumentos y preparaban allí sus aquelarres y rituales.
Pero tal vez este no sea el lugar más embrujado de Antequera, porque más poderosa que la magia oscura es la magia del amor. Tazgona y Tello fueron dos jóvenes de orígenes distintos, ella musulmana, y él cristiano. Su trágica historia cuenta cómo se enamoraron pérdidamente después de que ella lo capturase. Decidida, lo liberó y escaparon en dirección a las montañas tratando de dar esquinazo a sus perseguidores.
Lamentablemente, terminaron cayendo desde un barranco que se conoce hoy como la Peña de los Enamorados. ¿Sería un amor verdadero? ¿O tal vez fruto de algún filtro de amor que les coló una de estas malvadas brujas?
Soportújar (Andalucía)
En la Alpujarra Granadina hace un calorcito tan agradable que Baba Yaga, la bruja de la mitología eslava, decidió mudarse para pillar un poco del sol andaluz.
En este pueblo adoran a las brujas y encontrarás referencias a ellas por todas sus calles. Algunas de ellas son la casita de Baba Yaga, que tiene… ¿patas de gallina? ¿Qué clase de brujería es esta? También te invitamos a echar un vistazo a la Fuente del Dragón y el Pozo de los Deseos.
A sus menos de 300 habitantes se los conoce como “los brujos”, que tienen la oportunidad de lucirse delante de los visitantes en agosto durante la Feria del Embrujo de Soportújar. Es como tener Halloween en verano, ¡y luego otra vez en octubre!
Espero que te hayan entrado ganas de ir a ver Soportújar. ¡Es un lugar escalofriantemente divertido!