Poco se habla de los pueblos de Castilla La Mancha, y mucho debería de hablarse ya que tienen, todos y cada uno de ellos, un encanto que los hace muy, pero que muy especiales.
En nuestro afán por dar a conocer los maravillosos rincones que tiene nuestro país, hoy la parada la hacemos en las provincias de Toledo, Ciudad Real, Guadalajara, Cuenca y Albacete.
Coge papel y boli. Bueno, y un mapa también, que comenzamos a recorrer cada centímetro de estas provincias.
Si ya tienes tu alojamiento en Ciudad Real, presta mucha atención porque empezamos por ahí.
Campo de Criptana
Una de sus particularidades es que, en todo su perfil no faltan los molinos. Sí sí, los auténticos, contra los que luchó Don Quijote.
Es impresionante la panorámica que queda, con zonas llanas en las que estas construcciones son las únicas protagonistas. Aunque tenemos que decir que hay muchas cosas más que ver.
Otro de sus puntos de interés, es por ejemplo, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en pleno casco urbano.
Alcalá del Júcar
Nos desplazamos ahora hasta este pueblo en el que entramos con la cabeza mirando bien alto. Según nos vamos acercando, más boquiabiertos nos quedamos y es que, su estructura no es para menos.
Lo primero que nos llama la atención es el castillo, emblema indiscutible del pueblo. Se localiza en la zona más alta, en la que esta construcción que data del siglo XII, parece custodiar el resto del pueblo.
A nadie le sorprende, una vez que se empiezan a descubrir sus entresijos, que reciba las nomenclaturas de Conjunto Histórico- Artístico y Bien de Interés Cultural.
La Hoz que forma el río Júcar, y la vegetación que hay a su alrededor, termina de envolver este precioso regalo que nos brinda Ciudad Real.
Daimiel
Uno de los pueblos con más recursos naturales de toda la Comunidad.
Se habla de Daimiel desde hace varios siglos, ya que se han encontrado referencias a esta zona, en textos con varios siglos de antigüedad.
Las referencias prehistóricas además, nos llegan desde la Edad de Bronce, de la que se han encontrado restos en un antiguo poblado fortificado.
Pero si algo destaca en este pueblo es el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, uno de los más visitados y que mayor valor paisajístico tiene.
En su casco urbano además, podrás encontrar joyas góticas como su iglesia de Santa María la Mayor, frente a la que se encuentra la Fuente de La Manola.
Dejamos Ciudad Real para llegar ahora a Albacete, donde te esperan las sorpresas de su único representante en nuestra lista.
Ayna
Su ubicación es en parte, el motivo de su belleza.
Entre la sierra de Alcaraz y dentro del territorio de la del Segura, el pueblo se extiende entre sus respaldos, llenos de vegetación endémica y protegidos con un paisaje de ensueño.
A más de 600 metros de altitud, su perfil puede verse a la perfección desde el Mirador del Diablo, al que por cierto, te recomendamos que subas. La caminata merece la pena.
La conocida como suiza manchega, te está esperando con las puertas abiertas.
De Albacete a Guadalajara, y tiramos porque nos toca. Nos toca disfrutar de este increíble paisaje.
Sigüenza
Uno de los más conocidos de la provincia y que mayor afluencia de viajeros tiene durante todo el año.
Destacamos de este espacio, su ubicación céntrica. En la diana de la Península y con elementos como el Sistema Ibérico y Central, por donde discurre uno de los ríos más importantes, como es el caso del Henares.
Además, indiscutibles emblemas como su castillo, que hoy funciona como Parador de Turismo, ponen la guinda a un pastel que se come con los ojos.
La Catedral de Santa María es otro de los lienzos que no olvidan las retinas de los turistas. Sólo su portada, con detalles góticos y renacentistas ya sorprende, pero es que cuando entras… bueno, mejor guardamos algo de misterio.
Dirigimos ahora nuestra vista hacia la provincia de Cuenca, donde el encanto de sus pueblos es innegable.
Alarcón
Don Juan Manuel, autor de El Conde Lucanor es uno de los personajes más ilustres de este municipio por el que serpentea el perfil del río Júcar.
Es su castillo, de origen musulmán y ubicado en la zona más alta y visible, el sello de identidad de la zona. Entre sus paredes descansaron entre otros, el citado anteriormente; y aunque ha sido restaurado varias veces y ahora se ha reconvertido en Parador, sigue conservando su mágica esencia.
Bajo él, el pueblo, en el que podrás encontrar las iglesias de Santo Domingo y de la Santa Trinidad.
Llegamos al final del camino, topándonos con la provincia de Toledo, cuna de ilustres personajes.
El Toboso
Mucho antes de que Miguel de Cervantes decidiera que éste fuera el lugar de nacimiento de Dulcinea, ya había referencias de este pueblo.
En cuanto a su estructura, el casco urbano no escatima en piedra y madera, con edificios de baja altura en los que asoman los balcones con vistas a las plazas.
De su centro histórico, destacamos las esculturas de los dos ilustres; Don Quijote y Dulcinea, que protagonizan casi cada rincón.
Pero hay más. Te recomendamos que visites la iglesia de San Antonio Abad, una de las más conocidas; y el Monasterio de la Inmaculada y San José.
Almagro
Es uno de los lugares que no puedes perderte en la provincia de Ciudad Real.
Poco más puede decirse de la cuna del teatro clásico, donde aún hoy esta modalidad sigue sirviendo a la zona para ser destino de excepción para miles de turistas.
Aquí todo gira en torno al teatro, teniendo el Corral de Comedias en el centro de la población, así como la Plaza Mayor, una de las panorámicas más captadas por las cámaras de turistas de todo el mundo.
Consuegra
Entrar en este pueblo es tener una primera imagen en la que los molinos decoran el cerro que protege la población.
Junto al cerro Calderico, el castillo, al que te recomendamos que te dirijas tanto de día como de noche, aunque con poca luz y con la iluminación tenue que se encuentra en la parte baja, su panorámica no puede ser más bella.
Y en el casco urbano, la iglesia en honor a San Juan Bautista, de origen mudéjar y también, la del Cristo de la Vera Cruz, de la corriente más tardía del barroco.
Atienza
En pleno Camino del Cid, nos encontramos con un pueblo que no pasa desapercibido. En otro tiempo, no obstante, parece que no cautivó demasiado al califa de Córdoba, que lo entregó a cambio del califato.
Atienza sigue fortificada desde entonces, y hoy en día merece la pena perderse por los corredores del castillo y sus calles que conservan ese halo medieval, donde el tiempo parece haberse detenido ante sus menos de 500 habitantes.
Su fiesta de la Caballada está declarada de Interés Turístico Nacional, para conmemorar la liberación del rey de Castilla a finales del S.XII.
Priego
El paso del tiempo ha dejado huella en Priego, que se abre paso entre el valle por la Serranía en una panorámica espectacular que merece la pena contemplar.
En sus calles te dejará embelesado el contraste de las pintorescas fachadas de sus casas, mientras disfrutas de la terraza de la plazoleta principal, con una tradicional fuente de piedra presidiendo el entorno.
Bullicio en la plaza, descanso vespertino y solsticio al terminar el día charlando con los vecinos, mientras se termina de hacer una tortilla guisada. ¿Te animas?
Hellín
En Hellín todos los detalles saltan a la vista, como un Conjunto Histórico para los que buscan autenticidad y encanto arquitectónico. Aquí te puedes dejar encantar por el arroyo Minateda, conocido por su arte rupestre, la Cueva de la Camareta o el parque arqueológico. Si quieres un poco de inspiración, lánzate a hacer la ruta del Agua o el camino de Aníbal.
Entre otros lugares que merece la pena visitar el Santuario de Nuestra Señora del Rosario, antigua ermita mudéjar con aportaciones barrocas.
Cifuentes
Esta población está bañada por los manantiales del afluente del Tajo, y en un principio la bautizaron como Cien Fuentes.
La lucha por la plaza marcó su andadura y los estilos en la arquitectura cuentan toda la historia: románico, gótico, barroco y renacentista. Te recomendamos, como siempre, que lo unas a una experiencia gastronómica en alguno de los restaurantes de la zona, que sirven morteruelos, migas o perdiz escabechada.
Oropesa
Oropesa derrocha historia y tradición, presentándose como una sempiterna villa medieval con interesantes obras como el Palacio Condal o el antiguo Ayuntamiento.
Si quieres involucrarte al máximo en tu visita manchega, Oropesa es un destino fundamental en la Ruta de La Vera, la Ruta de la Cerámica o la Ruta del Bordado. Pero tenemos que mencionar las estupendas Jornadas Medievales, con Pasacalles, representaciones teatrales, guiñol o recitado de romances.
Además, es escenario de nuestra cultura más arraigada y de nuestra historia, ya que es la cuna de la Princesa de Éboli, de la familia de los Mendoza.
Villafranca de los Caballeros
Este es uno de esos pueblos que combinan naturaleza y turismo rural, de los que te acuerdas los lunes por la mañana.
Situado en una reserva natural protegida, es un entorno ideal para hacer una escapada con tus amigos o en pareja. Coge unos bocadillos y equípate de motivación para hacer una de las sendas ecológicas que ofrece, como la ruta de Laguna de la Sal o la ruta de Don Quijote. Tampoco dejes de visitar sus ermitas y la casa-museo de Tía Angelita.
En cuanto a su gastronomía, no te puedes perder sus guisos casi medievales como el guisao con pelotillas y los grañones.
Pastrana
No se puede hablar de Pastrana sin mencionar sus sobrecogedores páramos y valles, en la inmensidad del río Tajo y los embalses colindantes.
Algunos lo llaman villa-museo, y ya se ha despuntado como experiencia rural de primer nivel, a combinar con la visita a la ciudad visigoda de Recópolis, muy cerca de Pastrana. En su entrelazado de calles para soñar con otro tiempo destacan las yeserías musulmanas, los conventos con sus patios y los olivares.
Uno de sus imprescindibles es la Subida al Calvario, con vistas que quitan el hipo.
Belmonte
En Belmonte puedes empezar por el Castillo, una joya gótica con pinceladas mudéjares, que se ha restaurado como museo. Durante la visita te acompañan personajes de la época, por si te pierdes. Si acudes en fiestas patronales, seguro que no te quedará un minuto libre; son en agosto y septiembre y no les falta detalle: verbenas, misas, procesiones, almonedos, tómbola, el pregón o el chupinazo.
Visita también la Colegiata, las ermitas y los palacios del infante D. Juan Manuel y Buenavista.
Aquí concluye nuestra ruta por algunos, y decimos bien, ALGUNOS, de los pueblos más bonitos de Castilla La Mancha, porque estamos seguros de que hay muchos más.
¡No te los pierdas!