Ha pasado mucho tiempo desde que existieran aquellas civilizaciones que consideraban que la Tierra era plana. Mucho. Tanto que nombrar ahora esa posibilidad haría emitir una carcajada a cualquier persona con un mínimo nivel de sentido común. Ciertamente carece de toda lógica hablar de un lugar que sea el final, que limite la Tierra con la nada, por mucho que algunos se empeñen en situarlo en la localidad de Finisterra, en Galicia.
Sin embargo, existen algunos lugares en los que parece que todo acaba, que parecen cortar el paso para seguir avanzando en el deseo de dar la vuelta al mundo. Tal es el caso de la localidad de Cuevas del Agua, una pequeña aldea en la que apenas residen 100 habitantes a la que no es nada sencillo llegar.
¿Cómo son las Cuevas del Agua?
Este pequeño pueblo de del concejo de Ribadesella, en Asturias, está sometido a un aislamiento casi total, y es que la única forma de llegar hasta allí es atravesar una inmensa cueva natural en la que parece imposible asegurarse de que hay salida al otro lado. Incluso el acceso al interior de la cueva se ha realizado de manera natural, mediante un pequeño riachuelo que con el paso de los siglos ha llegado a atravesar las entrañas de la tierra.
En la actualidad, se ha construido junto al riachuelo una pequeña carretera que recorre los 300 metros de la cueva, y se ha iluminado el interior para que el acceso sea seguro, sin perder ni una gota de la aventura que promete un lugar de tales características.
No es de extrañar que la fuerza de la naturaleza sea la única capaz de luchar contra la naturaleza, y es que el agua ha conseguido abrir grietas y salas en las que se han creado formaciones de cristales microscópicos. Gracias a ello es posible ahora observar en el trayecto estalactitas, estalagmitas, coladas o columnas que han sido bautizadas como “las barbas de Santiago” o “la lengua del diablo”.
Aunque es posible atravesar la cueva en coche o en moto, se recomienda sin ninguna duda hacer el trayecto a pie, para disfrutar de toda la belleza del lugar, incomparable a nada que se haya visto antes.
¿Qué más se puede ver?
El otro gran atractivo del lugar es la gran variedad de flora y de fauna que se puede encontrar. Especies de hongos, líquenes, algas y musgos conviven en las condiciones de poca luz y mucha humedad que se dan en el interior de las paredes. En cuanto al mundo animal, es posible descubrir algunos pequeños animales como ranas, murciélagos y la salamandra ciega, ejemplares cada vez menos habituales por el efecto del paso de los seres humanos.
Una vez realizado el tramo, la luz del exterior vuelve para llevarnos hasta la localidad de Cuevas del Agua, que ofrece también impresionantes parajes de naturaleza salvaje para perderse, y la posibilidad de observar un modo de vida rural y pausado, donde la tradición gana a la tecnología, donde el tiempo parece avanzar mucho más despacio.
Desde el pueblo se puede iniciar además la Ruta de los Molinos, muy interesante para descubrir la historia de estas construcciones y para conocer el resto de parajes naturales que ofrece esta zona asturiana.
Son tantas las bondades de este lugar, que no queda más que la recomendación de visitarlo cuanto antes. Es un conjunto que, sin ser el más habitual como destino turístico, ofrece tantos atractivos que sin duda quedará marcado a fuego en las retinas y en las memorias de los visitantes.