¿Empieza a hacer calor? ¿Comienza a apetecerte un helado cada tarde? ¿La gente ya te señala lo blanco que estás pese a que lo sepas de sobra? Eso es que el verano se acerca.
Y es que en muchos sitios de España básicamente solo tenemos dos estaciones: “maldita sea, qué frío hace”, y “madre de Dios, que me aso”. La primera ya ha quedado atrás, así que ahora toca empezar a sufrir las altas temperaturas, el sudor, el cocido que te prepara tu madre pese a que hay más de 30 grados a la sombra…
Pero el apuro agudiza el ingenio, y muchos tenemos recursos para hacer el calor veraniego más llevadero, aunque sea durante uno o dos días. Unos ponen el aire acondicionado a tope, otros prefieren recurrir a la piscina municipal a darse a un bañito… Y por ahí van más o menos los tiros sobre lo que te vamos a contar hoy.
Si estás buscando una manera para enfriarte tanto los ánimos como el cuerpo, lee este artículo. Te señalaremos cinco charcas de la sierra de Gredos, famosa por tener agua tan fría que el mar donde se hundió el Titanic te parecerá un jacuzzi.
La charca del Trabuquete
Esta charca es la luz al final del túnel de la ruta de Guijo de Santa Bárbara. Por el camino hacia sus aguas te acompañarán algunos riachuelos de la Garganta del Jaranda cuyo ruido dará un toque natural al paraje, además de producir cierto frescor en los alrededores.
Puedes llegar desde el propio pueblo de Guijo, o acortar unos minutos de camino dejando el coche en una explanada de tierra directamente a la entrada del sendero.
Por suerte, la charca del Trabuquete no es la única que hay por el camino. Si no quieres llegar cocido hasta allí, puedes parar en alguna otra como la charca de los Tocinos, atravesando el puente con su mismo nombre.
Veinte minutos más caminando y llegarás a nuestra esperada charca, con aguas cristalinas y frías, y pequeñas cascadas bajo las que te puedes poner. A partir de aquí ya tienes dos opciones:
- Pasar el día en la charca y volver por donde viniste.
- Terminar el recorrido circular del camino, que en total son unos 12.5 kilómetros, y llegar a la ermita de la Virgen de las Nieves.
La Caldera
Todos conocemos la piscina natural de la garganta de Alardos en Madrigal de la Vera. Es un lugar concurrido ideal para pasar un día de verano, pero si prefieres evitar ese tipo de masificación, te recomendamos acercarte a la Caldera.
A esta charca podrás llegar siguiendo el viejo camino de tierra al norte del pueblo. Pero ojo, porque solo se puede ir en coche hasta cierto punto. Tendrás que dejar tu vehículo aparcado en una explanada de tierra rojiza, y luego descender a pie el camino unos 10 o 15 minutos.
Lo ideal es que lleves un buen calzado, pues el sendero está sin asfaltar y en algunos tramos es empinado, pedregoso, y puede que tengas que saltar por algún riachuelo.
Pero no te preocupes, porque el esfuerzo tiene su recompensa y una vez llegues te encontrarás con una amplia poza con zonas profundas. Destacan dos enormes piedras de granito de más de tres metros de altura desde las que puedes saltar al agua, siempre y cuando tengas cuidado.
Además, hay varias rocas planas sobre las que puedes plantar la toalla y tomar el sol cómodamente. Es un lugar perfecto para un día refrescante.
El Charco Verde (Guisando)
Si buscas un lugar aún silvestre, pero tu estómago te grita que no quiere esperar mucho para comer, te recomendamos buscar el Charco Verde en Guisando.
A las afueras del pueblo se encuentra la piscina natural de El Risquillo. Pues bien, si pasas de largo por el camping y subes esa carretera uno o dos kilómetros más, encontrarás la charca de la que te estamos hablando.
Es una pequeña poza con una represa que frena la corriente de agua del río Pelayo, creando así un pequeño espacio natural para el baño. Además, río arriba todavía hay otras pozas, aunque algo más pequeñas.
En cuanto a lo de comer, te lo contamos porque por los alrededores hay un par de campings con restaurantes en los que se sirve el famoso chuletón de Ávila, que parece sacado de la pata de un brontosaurio. Si te vas a pedir uno, será mejor que vayas con muuuuuucha hambre.
El Charco del Molino (Zapardiel de la Ribera)
Esta tranquila charca a orillas del río Tormes (sí, como la novela picaresca del lazarillo aquel) es un lugar ideal para aparcar el coche, buscar un sitio con sombra y pasar el día entre chapuzones y la lectura de un buen libro a la sombra.
Se encuentra a la vera de los restos de un molino, reformado recientemente en forma de una aislada casita rural.
Este lugar de baño de la cuenca alta del Tormes se sitúa junto a un puente construido hace relativamente poco (2006), ya que el que había antes se vino abajo debido a una subida inesperada del río durante 2003.
Pozas de la Garganta de Tejea (Candeleda)
No podemos mencionar una charca concreta en la garganta de la Tejea porque todas son espectaculares, con hermosas aguas transparentes que arrancan brillos iridiscentes a la luz que incide sobre ellas.
Para llegar a ellas tendrás que pasar Candeleda por una de sus carreteras hasta llegar a una zona de aparcamiento. Deja el coche allí y empieza a caminar por una de las rutas de la garganta.
En el camino pasarás por varias pozas, pero lo más divertido de ellas no es sólo el baño, sino unos toboganes naturales que se han formado en la piedra, y permiten resbalar de una charca a otra.
Si tienes suerte, puede que veas algunos restos de construcciones, como ruinas de viejas casitas de campo abandonadas tiempo atrás.