Posada el Cueto Cucón

En el tradicional y encantador pueblo de Tudanca, en Cantabria, en una reserva natural entre parques y montañas, esta posada se abre al visitante con la mejor de sus intenciones. Con el estilo y espíritu de una casa montañesa de reciente construcción, que se refleja en los muros de piedra y los techos y mobiliario de madera, todo en ella invita al descanso y a al relax, con la seguridad de encontrarse en buenas manos.

Con un afán de concienciación medioambiental, la casa mantiene sus necesidades energéticas mediante fuentes de energía renovables. Un sistema geotérmico y una estufa de leña alimentan al sistema eléctrico y mantienen el aire acondicionado y la calefacción, con un suelo radiante que otorga una temperatura ideal y confortable.

La posada dispone de 3 habitaciones con estilos únicos y personales que las distinguen y hacen sentir al huésped que está en un dormitorio hecho únicamente para él.

La habitación verde, con aire de campo y bosque, da a elegir entre una cama de matrimonio amplia y confortable, o 2 camas individuales de 90 centímetros. Se puede disponer de una cama supletoria para albergar hasta a 3 ocupantes. 

El cuarto de baño, de gran tamaño, dispone de un jacuzzi para 2 personas que hará las delicias de cualquier pareja alojada en la habitación.

La habitación gris tiene un aspecto sobrio que aúna lo moderno y lo tradicional. 2 personas pueden encontrarse a sus anchas en la espaciosa cama de matrimonio.

El cuarto de baño de esta habitación lo preside una columna de hidromasaje de excelente construcción, de la que el huésped no querrá salir.

La última habitación, la azul, es la más amplia de todas, con capacidad hasta para 4 ocupantes, 2 de ellos en la cama de matrimonio y los restantes repartidos en 2 camas individuales, o en 4 camas individuales de 90; la cuarta cama individual estará disponible como extra, bajo petición y con recargo.

Su cuarto de baño propio dispone de un jacuzzi confortable y llamativo, con espacio para 2 personas, donde relajarse completamente y olvidarse de los problemas.

El alojamiento se encarga de proveer de ropa de cama para todas las habitaciones, con rellenos nórdicos de calidad y almohadas de plumón duvet, que garantizarán un descanso de calidad. Los baños se verán completos con el secador de pelo incluido y el lote de productos de aseo de bienvenida, cortesía de la casa.

La posada no escatima a la hora de agasajar a sus huéspedes en los espacios comunes, que podrán aparcar en la zona habilitada a tal efecto. Dispone de una zona de estar de amplio tamaño, con chimenea y cómodos sofás donde disfrutar de una buena lectura de la biblioteca, que también incluye información sobre el entorno y la zona, o ver la televisión en 3D; en todas las instalaciones comunes, así como en las habitaciones, hay además conexión a internet por wifi. Anexa a esta sala encontraremos el comedor, donde degustar el desayuno en paz y con calma.

En el exterior la posada pone a disposición del huésped una vasta terraza con mobiliario de madera, que incluye mesas donde reunirse a charlar o desayunar y un banco pensado para disfrutar de las vistas del pueblo.

Tudanca, donde se encuentra la posada, es la aldea con más habitantes del valle del Nansa, declarada conjunto histórico-artístico nacional en 1983, por su arquitectura barroca que combina edificios nobles y populares, como la Casona de Tudanca.

El valle de Nansa, Patrimonio Cultural de Cantabria, alberga enclaves urbanos declarados conjunto histórico-artístico; además, su situación entre los valles de Liébana y Saja lo acerca a los núcleos urbanos de ambos, así como al Parque Natural Saja-Besaya, de gran interés paisajístico.

Asimismo, en el valle puede visitarse la Cueva del Soplao, a 20 kilómetros, una maravilla geológica con formaciones impresionantes, donde las estalactitas crecen en todas direcciones.

A 20 kilómetros podemos encontrar también el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, con su paisaje kárstico poblado por un centenar de especies animales en semilibertad.

Saliendo del valle, no deben perderse San Vicente de la Barquera, un pueblo pesquero de larga tradición y una hermosa playa de 4 kilómetros, y Santillana del Mar, donde su increíble arquitectura y la presencia de la Cueva y el Museo de Altamira lo convierten en una visita obligatoria en Cantabria.