Un destino perfecto para el turismo rural es La Puebla de los Infantes (Sevilla), un precioso pueblo en el altiplano de la Sierra Norte de Sevilla, y concretando su situación, encontrarás este pueblecito en zona limítrofe con la provincia de Córdoba, al abrigo de la Vega del Guadalquivir.
¿Sabes que está considerado como la puerta de entrada a la Sierra Norte de Sevilla? Este espacio natural está catalogado como Reserva de la Biosfera, ya que ofrece refugio a gran cantidad de aves, algunas en peligro de extinción como la cigüeña negra, e incluso, en zonas más escondidas, el lince ibérico, y, además si te apetecen actividades al aire libre, esta serranía es un lugar ideal para ello, especialmente los relacionados con el agua, ya que la La Puebla del Infante acoge dos embalses: el de Retortillo y el de José Torán.
Ahora te contamos algo de su historia, ya que su vasto patrimonio es debido a las distintas culturas que han poblado sus tierras. Muestra de ello es el yacimiento de las Dehesillas, expuesto en el Museo Arqueológico Nacional por su gran importancia.
Ha sido habitada por musulmanes y, posteriormente reconquistada ha sabido conservar una gran variedad de monumentos antiguos.
¿Damos un paseo por la localidad? El punto de partida puede ser el Castillo de Cañebolo, situado en la parte más elevada del municipio, con unas magníficas vistas. Se construyó entre los años 1330 y 1344 en una mezcla de estilos gótico y mudéjar formando un robusto conjunto defensivo.
La Iglesia de Nuestra Señora de las Huertas también forma parte de su riqueza cultural, construida a finales del siglo XV presentado motivos mudéjares, y, también, a las afueras podrás visitar la ermita más antigua del pueblo, dedicada a la misma virgen.
Otros puntos de interés son la Ermita de Santiago, junto al castillo, que está datada en el siglo XIV o la dedicada a Santa Ana, de finales del siglo XV, en la plaza que lleva su mismo nombre.
Por otro lado, el punto de reunión son los lavaderos públicos La Pila, que antiguamente se utilizaba como espacio para el lavado de la ropa, además de ser una zona de encuentro para los habitantes de la localidad.
Y, ¿qué es lo más típico en su gastronomía? Si tiramos por lo salado, las carnes de caza, embutidos ibéricos, así como productos del campo como espárragos o setas, son los principales ingredientes. Algunos de los platos más conocidos son el venado en adobo o las tagarninas con habas.
En cuanto a los dulces, se te hará la boca agua con los deliciosos pestiños o las tortas de aceite, entre otros.
Si nos fijamos en los motores que mueven la economía podremos constatar que está muy ligada a la agricultura, especialmente relacionada con el ganado y la producción de aceite, que cada año da trabajo con la recogida de la aceituna.
Por otra parte, cada vez está más en auge el turismo rural, pudiendo hospedarse dentro de la localidad en diferentes tipos de alojamientos para poder descansar en un apacible entorno.
Por último, no podemos pasar por alto sus fiestas, en especial Las Candelas, que se celebra a primeros de febrero, donde una de las actividades más destacadas es la Concentración de Paramotores, en la que se organizan todo tipo de actividades, incluyendo vuelos a motor y que suele reunir a mucha gente todos los años.