La Iruela se encuentra al abrigo de la Sierra de Cazorla, extendiéndose por el Valle del Guadalquivir y ubicado en la provincia de Jaén. Es un destino perfecto para descubrir la esencia de los pueblos antiguos y su ritmo de vida más relajado, en el que el turismo rural destaca como opción de descanso.
El término municipal de La Iruela se compone de una larga lista de pedanías, entre ellas Buruchel, Arroyo Frío o Fontanares que también ofrecen la tranquilidad del entorno rural.
¿Te apetece saber algo de su historia? Para ello nos tenemos que remontar mucho tiempo atrás, llegando hasta la Edad de Bronce, época de la que se han encontrado restos, aunque no es hasta la llegada de los musulmanes cuando empieza destacar por sí misma.
Su núcleo urbano está declarado Conjunto Histórico Artístico y es un lugar perfecto para perderte por las estrechas y empinadas calles mientras contemplas una arquitectura típica de casas blancas y balcones adornados con floridas macetas.
De sus monumentos, a simple vista, destaca El Castillo, ya que se encuentra en una posición elevada sobre la localidad, cuyos primeros orígenes son de la época musulmana, aunque su estética actual es medieval, albergando en su interior, también, el templo cristiano de Santo Domingo. Aunque pueda parecer que su subida es imposible, no lo es, y, además, merece la pena el esfuerzo por las impresionantes vistas que ofrece.
¿Y para comer? Su gastronomía está basada en productos básicos y de bajo coste como la harina. Esto se debe a que en su momento, las gentes buscaban realizar comidas contundentes para combatir el frío o sobrellevar las largas jornadas en el campo.
Las migas de harina, gachas dulces o el rin ran, un plato elaborado con patatas y bacalao, son algunos de los platos más conocidos.
¿Hablamos de la naturaleza? El paisaje natural que rodea a este pintoresco pueblecito es nada menos que el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, el entorno natural protegido más grande de España debido a su alto valor ecológico y, además, es el lugar de nacimiento del río Guadalquivir.
Es el lugar ideal para disfrutar de numerosas actividades con las que retomar el contacto con la naturaleza, bien sea recorriendo sus sendas a pie o en bicicleta, o, para los más atrevidos, escalando las vertiginosas paredes rocosas.
Es la misma naturaleza la que funciona como motor económico, dividiéndose en dos vertientes. Por un lado, mediante los extensos campos de olivos, que proporcionan nuestro afamado oro líquido: el aceite de oliva, mientras que por el otro lado, el turismo rural se entrelaza también con el entorno natural, ofreciendo una variada oferta de alojamientos para aquellos que buscan escapar de las grandes ciudades por un tiempo y redescubrir la naturaleza.
Entonces, ¿dónde te puedes alojar? Como decíamos, el turismo rural es el predominante, aunque no se limita a las casas típicas, ya que también engloban hoteles o apartamentos que integran la estética y costumbres de este bonito pueblo.