Casa Mairal

Una casa con historia. Así podríamos bautizar a esta casita rural al sur de Huesca, que ha pertenecido siempre a la familia de su dueña y por la que han pasado los años, las guerras, generaciones y hasta los músicos del pueblo.

Es una de las casas más antiguas del pueblo, y aproximadamente en el año 1700 su tamaño era mayor y ocupaba gran parte de la plaza. De hecho, era conocida como una de las casas más señoriales de antaño y cuentan que llegó a pertenecer a la familia debido a una antigua tradición de entregar una habitación a cada hijo que se casaba. Cómo son las tradiciones antiguas, ¡igual que ahora!

La casa también sufrió los efectos de la Guerra Civil, ya que muchos vándalos entraron a saquearla y muchos de ellos la destrozaron. Por esto mismo, fue difícil su reconstrucción pero finalmente, y como homenaje a la hospitalidad de los abuelos de la dueña, se creó la casa rural.

En total son 2 apartamentos, que se pueden alquilar por separado o de manera conjunta, y tienen una capacidad total para 10 personas.

Cada uno de ellos está en una planta de la casa, pero los dos cuentan con las mismas comodidades. Su única diferencia es la capacidad de uno y de otro (4 y 6 personas).

Para ambos hay una serie de zonas comunes, como la sala de juegos (con muchas cositas para los niños, aunque también para los mayores), el patio –muy típico de esta zona de Aragón- y el jardín exterior junto a la terraza en donde se guardan las bicicletas disponibles para los huéspedes.

Y si seguimos con las historias de la casa saber que en la que hoy se conoce como la habitación Lila, en el piso superior, la utilizaron en su día los músicos del pueblo para tocar durante las fiestas. Desde aquí salían los pasodobles que ponían a todo el pueblo a bailar y a pasar un rato agradable.

Es curioso también que en la chimenea, donde está la cadiera (banco de madera), servía de lugar de reunión para los pasteros del pueblo. Se reunían aquí durante el invierno y se calentaban rodeando el fuego y reponían fuerzas comiéndose tostadas de ajo. Además, hoy aún se pueden ver viejas marcas de sus navajas porque las afilaban sobre las piedras.

Junto al río Guatizalema está este pequeño pueblo, que está muy cerca de la capital, a unos 24 kilómetros. Aquí estarás rodeado de la más pura naturaleza, por lo que un buen plan puede ser hacer alguna ruta de senderismo.

Conoce Salillas y acércate hasta el llamado Pozo de Nieve. Hace años se guardaba en él nieve, y los vecinos lo utilizaban como las actuales neveras. Otra parada tienes que hacerla en la Iglesia de San Ana, que tiene una gran torre de 2 cuerpos.

También un club social, en el que puedes acercarte a refrescarte en sus piscinas y en el que los pequeños se lo pasarán en grande en el parque infantil. Y para los mayores, el club social abre por las noches.

Y si quieres vivir las fiestas del pueblo, tienes que venir en Julio, y más concretamente el día 26 porque hacen honor a San Ana. Organizan juegos populares, las típicas verbenas con los pasodobles que contábamos antes y cenas al aire libre.