El Parque natural de los Picos de Europa ocupa las primeras posiciones de los paisajes protegidos más visitados cada año. Y no es para menos, porque su perfecta ubicación, entre las provincias de Asturias y León (sin olvidarnos de Cantabria), su cercanía a la costa, y su elevada riqueza geográfica y ecológica, hacen de este entorno un lugar idóneo para disfrutar de una escapada al aire libre.
Una de las maneras más frecuentes de visitar los Picos de Europa y, para nosotros, la que mayor provecho permite sacar a la experiencia, es realizar rutas de senderismo, pues permiten disfrutar del entorno con los sonidos de la naturaleza como hilo musical.
Hoy vamos a recorrer una de las sendas más conocidas: la Ruta del Cares, ¿nos acompañas?
Empecemos por el principio, ¿dónde está?
La ruta comienza en el pueblo de Caín, una pequeña aldea de León situada a más de 450 metros de latitud, y finaliza en Poncebos, dentro del Principado de Asturias. Geográficamente hablando, discurre entre el macizo central y el occidental, abriéndose paso por poblaciones como Cabrales o Peñamella Alta.
Conozcamos su historia
La senda original tenía como fin comunicar los pueblos de Caín y Poncebos en las épocas de fuertes nevadas, siendo ésta la única manera de atravesarlos.
Allá por el año 1916 se aprovechó el camino para construir un canal con el que sacar un mayor rendimiento a la central hidroeléctrica del río Canes. La obra se prolongó durante 5 años, ampliándose el trayecto años más tarde. En ella, participaron la friolera de 500 trabajadores, pues la ubicación de la ruta, enclavada entre rocas montañosas, suponía una gran dificultad.
Gracias a este arduo trabajo de ingeniería, en la actualidad podemos disfrutar de un camino donde el agua del río entra y sale por 70 túneles, dejándonos a su paso paisajes dignos de postal.
¿Cuál es su recorrido y dificultad?
La senda recorre unos 24 kilómetros en línea recta (ida y vuelta), pudiéndose inicial en cualquiera de los sentidos: o desde Caín, o desde Poncebos. A un paso medio, en ir y volver tardaréis aproximadamente unas 6 horas.
Los que no seáis muy deportistas no tenéis de qué preocuparos, el camino no tiene pérdida y es llano en la mayoría de sus tramos, presentando desniveles que apenas alcanzan los 300 metros.
No obstante, también podéis tomar el itinerario en uno de los pueblos intermedios y hacerlo más corta, o daros la vuelta cuando os canséis. ¡Hay opciones para todos!
¿Qué veré durante el camino?
La espectacularidad de los paisajes de la Ruta de Cares y su variedad botánica y geológica ha hecho que se la conozca popularmente como “La Divina Garganta”.
El itinerario atraviesa un imponente desfiladero con el precipicio a uno de sus lados y altas formaciones rocosas al otro, sorteadas por encinares que aportan el toque de color. Os reconocemos que da un poco de vértigo, pero es un tramo bastante seguro, el camino es bastante ancho y se camina con comodidad.
Uno de los marcos más codiciados para echarse una foto es el Mirador del Tombo, donde si alzáis la mirada podréis deleitaros con la majestuosidad de los Picos de Europa.
Pero además de disfrutar del espectáculo natural, durante el camino podréis ver patrimonio cultural e histórico, como la Necrópolis de Barrejo, de origen medieval, la Ermita de Corona, donde, según cuenta la leyenda, se nombró a Don Pelayo como rey de los Astures y se inició la Reconquista, o el Chorco de los Lobos, donde antiguamente se atrapaba a los lobos que merodeaban por allí.
Unas últimas recomendaciones
Como os hemos dicho antes, aunque el camino es seguro hay que tener presente que discurre por un precipicio, por lo que es recomendable llevar un calzado adecuado que evite resbalones y con el que os sintáis a gusto.
Durante el trayecto es posible que se desprenda alguna piedrecilla o que las cabras os saluden mientras pastan, pero ya sabéis, si no hacéis nada ellas a vosotros tampoco.
Además, recomendamos llevar algo de agua y comida. No existen sombras en el recorrido, hasta que no se llega a los túneles, por lo que si decides hacerla en verano, debes estar bien hidratado. De la misma manera, llevar alguna fruta o producto energético te dará la suficiente mecha para hacer ida y vuelta sin que te cueste demasiado.
La primavera y el otoño son las mejores estaciones para ir, ya que las temperaturas son más suaves y los colores del paisaje son más intensos. Sea cual sea la época en la que decidáis venir, recordar llevar algo de ropa de abrigo, porque por muy verano que sea el clima de la montaña siempre puede variar.